Cuando se habla del arquitecto técnico se piensa en esa persona que cobra mucho por hacer poco.
Curiosamente un arquitecto técnico o aparejador, debe ser una de las personas más activas en la obra, lidiando tanto con propietarios, constructores, empresas de calidad, proveedores, incluso con el tiempo de ejecución y las inclemencias climatológicas.
Tener un buen aparejador en una obra elimina en la mayoría de los casos dolores de cabeza a los responsables de cada gremio. Y si se ha ganado su fama es porque el buen aparejador es el que no se echa de menos. Precisamente porque lleva todo un paso por delante.
El aparejador, según indica su nombre es aquel agente que conoce los aparejos de las fábricas, técnicas y medios para su ejecución, es decir que se encarga de las labores de ejecución y de la disposición de los elementos y materiales de construcción en la obra.
Actualmente desarrolla funciones de: Ejecución de obra, dirección de obra, actuaciones en materia de seguridad, redactor de proyecto, gestor de proyecto, control de calidad, técnico de empresa constructora, perito judicial y redactor de documentación técnica,
En una obra se debe presentar dos aparejadores. Uno por la parte de la promotora. La entidad, ya sea empresa o persona física, que pone el dinero. Y otro por la parte de la empresa constructora. Cada parte desarrollara su trabajo de forma orientada a su propia ventaja, sin olvidar que el trabajo conjunto tiene que eliminar las barreras a los intervinientes en el proyecto.
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